Limpieza regular: Limpia tanto el interior como el exterior del refrigerador regularmente para prevenir la acumulación de suciedad y de bacterias. Retira los alimentos caducados o en mal estado para evitar malos olores y posibles contaminaciones.

Ajuste de la temperatura: Asegúrate de mantener la temperatura interna del refrigerador entre 2°C y 4°C, y la del congelador por debajo de -18°C para garantizar la frescura y seguridad de los alimentos.

Organización de los alimentos: Organiza los alimentos de manera adecuada dentro del refrigerador, manteniendo los productos perecederos en los estantes más bajos y los alimentos crudos separados de los cocidos para prevenir la contaminación cruzada.

Descongelamiento regular: Si tu refrigerador no es de descongelación automática, programa descongelamientos regulares para evitar la acumulación excesiva de hielo en el congelador, lo que puede reducir la eficiencia energética y dañar el sistema de refrigeración.

Mantenimiento del sellado de la puerta: Asegúrate de que el sellado de la puerta esté en buen estado para evitar fugas de aire frío y el ingreso de aire caliente, lo que puede aumentar el consumo de energía y comprometer la conservación de los alimentos.

Revisión de la condensación y el drenaje: Verifica periódicamente que los desagües de condensación estén limpios y sin obstrucciones para evitar problemas de humedad y moho en el interior del refrigerador.

Nivelación adecuada: Asegúrate de que el refrigerador esté nivelado para evitar vibraciones excesivas y asegurar un funcionamiento óptimo del compresor y los componentes internos.

Siguiendo estos cuidados básicos, puedes prolongar la vida útil de tu refrigerador y mantenerlo funcionando de manera eficiente y segura.